“Ya sé escribir” narra las distintas situaciones que vive la protagonista, Celina, en su camino hacia la lectoescritura. Sus vivencias nos permiten explorar cómo antes de que los niños y niñas se encuentren con las reglas para aprender a escribir, transitan y atesoran un terreno fértil del deseo de saber y conocer que expresan en sus exploraciones y juegos.
Este terreno fértil que debemos cuidar es el deseo de saber y conocer o también llamado en psicoanálisis “impulso epistemofílico” que comienza en la primera infancia cuando en los niños y niñas se despierta el interés por conocer los orígenes de la vida, motorizados por la primera pregunta que tanto los interesa: “¿De dónde vienen los bebes?”.
Si bien para el psicoanálisis esta es la pregunta que “despierta” este impulso, considero que la gran mayoría de las preguntas que en la infancia nos hacen los niños y niñas están muy relacionadas a cómo los hechos del mundo y de la realidad pueden impactar en sus vidas. En simultáneo van entonces construyendo teorías que expliquen aquello que acaban de comprender, despertando un movimiento de suma importancia en el psiquismo. Este deseo de querer saber y conocer, es la base necesaria para todos los aprendizajes posteriores.
En este libro los niños y las niñas se encontrarán con la importancia de:
El DESEAR es el motor en la infancia. Los niños y niñas espontáneamente nos dejan conocer sus deseos y anhelos. El deseo deja entrever cómo se va configurando la subjetividad, así como también los diferentes modos de habitar el mundo. Podemos observar que los niños y niñas ponen todo su ser en acción, buscando la satisfacción de sus deseos a la par del afecto y la validación del adulto referente de sus cuidados. En la primera infancia, los niños y niñas van aprendiendo que los deseos no siempre se pueden satisfacer inmediatamente, entrando entonces en choque con las demandas que la realidad les impone y viéndose obligados a aprender a esperar y a comprender los tiempos de los procesos.
La escritura comienza con el EXPLORAR y la comprensión por parte del niño de “la huella”, del registro que va dejando su expresividad en el papel, inicialmente en grafismos que se comportan como garabatos. Esta actividad también es incentivada por la imitación que observan de la escritura de los adultos que es llevada al juego. Los niños y niñas repiten esta exploración con mucho placer; y en ella van sumando nuevos aprendizajes que se van complejizando. En un momento determinado de este proceso de aprendizaje de la escritura y de exploración, van observando a su alrededor aquellas letras que de repente empiezan a captar su atención; y con todos los sentidos disponibles, van probando una y otra vez las formas, copiando e imitando.
El JUGAR es signo de que un niño/a se encuentra saludable. Es la actividad más seria de la infancia, que brinda mucho placer a los niños y niñas, donde pueden expresar su mundo interno, volcando activamente aquellas vivencias que transitan de forma pasiva (como por ejemplo ser bañados, acunados, alimentados, retados, etc). En el juego pueden ser aquella persona que se quiere ser, explorando y probando diferentes roles y posibilidades de estar dentro del proceso de aprender.
Todo el proceso de aprendizaje no sería posible sin la validación brindada por los referentes afectivos. VALIDAR, hace referencia a la necesidad que tienen los niños y niñas de recibir el contacto y la proximidad de sus figuras de apego, cuyo amor y sostén les genera seguridad, especialmente en situaciones de angustia o peligro. En las situaciones de aprendizaje es fundamental contar con la mirada y presencia amorosa de los adultos que los acompañan en el camino.
Esperamos que este libro los/las invite a explorar y a divertirse con la escritura descubriendo las letras y animándose a jugar con ellas, dejando su propia huella en cada trazo que hagan en el papel.
Lic. Ana María Jaramillo Velásquez